Los objetivos nos marcan un propósito y nos "obligan" a ser constantes si no queremos fallar en la consecución del mismo.
Deberemos tener objetivos a corto, medio y largo plazo, de modo que nos mantengamos motivados a lo largo del tiempo. Si por ejemplo, nunca hemos corrido y empezamos a hacerlo, marcarnos el objetivo de correr una maratón puede estar bien. Pero dicho objetivo seguramente nos lleve al menos 2 o 3 años en función de nuestras capacidades físicas (esto siempre y cuando llevemos una progresión lógica, últimamente hay mucha gente que se plantea objetivos de este calibre en muy poco tiempo, lo que lleva a un número elevado de lesiones y problemas de salud).
Si tan sólo tenemos ese objetivo a tan largo plazo, difícilmente mantendremos la motivación. Por eso es importante mantener objetivos a más corto plazo, como correr 5 km en un determinado tiempo, bajar de peso, etc.
Los objetivos deben cumplir una serie de característica y ser:
- Específicos: deben definirse con precisión y no llevar a ambigüedad.. Por ejemplo: quiero terminar mi primera media maratón.
- Medibles: deben poder medirse. Por ejemplo: bajaré 2 kg de peso en un mes. O mejoraré mi marca de 10 km en 2 minutos. O debo entrenar un mínimo de 4 veces por semana.
- Realizables: deben ser objetivos factibles. En caso contrario podemos desanimarnos. Por ejemplo, no podemos pretender correr 5 km en 20 minutos salvo que tengamos un cierto nivel.
- Planificados: tener una fecha límite para cumplir nuestros objetivos es básico. Sin dicha fecha, será bastante fácil que un día que no nos encontremos suficientemente motivados no realicemos el entrenamiento que nos toca.
Cuando nos marquemos un objetivo, debemos revisar que cumple con las características anteriormente mencionadas, y en caso de no hacerlo, replantearnos dicho objetivo.